El 14 de noviembre de 1977, a las siete y media de la tarde, en su cuarto de Krsna-Balarama Mandir, en Vrindavana, Srila Prabhupada dio su última instrucción, dejando este mundo mortal y volviendo a Dios.
Su partida fue ejemplar, porque toda su vida fue ejemplar. Un partida que marco el término de una vida de servicio devocional puro para Krsna. Pocos días antes del final, Srila Prabhupada habia dicho que seguía instruyendo todo cuanto podía, y su secretario había observado “Usted es la inspiración” “Si -había contestado Srila Prabhupada-, lo seguiré haciendo hasta que de mi último suspiro.”
El “último suspiro” de Prabhupada fue glorioso, no a causa de ninguna demostración mística de última hora, sino porque permaneció en una conciencia de Krsna perfecta. Predicaba que la vida viene de la vida, no de la materia, y estaba mostrando que había que predicar con cada respiración. Los numerosos devotos que llenaban la vasta habitación fueron testigos de que hasta el final, Prabhupada fue exactamente el mismo. No hubo nada que, de pronto, estuviese en contradicción con lo que les hubiese mostrado y enseñado. Por lo tanto, en el momento de su partida, estuvo enseñando cómo morir, al estar siempre dependiente de Krsna. El final de Prabhupada fue tranquilo. En la noche del 14 de noviembre el kaviraja le preguntó “¿Desea algo?” y Prabhupada respondió débilmente, kuch iccha nahi: “No deseo nada”.
Aunque no había nada lamentable para Srila Prabhupada en su marcha del mundo, volviendo a Dios, fue ciertamente lamentable para sus seguidores y para la gente del mundo entero, que se vieron privados de la presencia de su más grande bienhechor, que tanto les había deseado el mayor bien. Srila Prabhupada había escrito en un significado del Srimad Bhagavatam: “Cuando el cuerpo mortal del maestro espiritual expira, el discípulo deberá llorar exactamente como llora la reina cuando expira el rey”. En ocasión de la partida de su propio maestro espiritual, Srila Prabhupada había escrito: “Aquel día, ¡oh, maestro mío!, di un llanto de dolor; no era capaz de tolerar tu ausencia, mi gurú”. Y así, el 14 de noviembre de 1977, al difundirse esta terrible noticia, aquellos que conocieron y amaron a Srila Prabhupada fueron presa de un terrible dolor incontrolado. Vieron todo lo que les rodeaban la abrumadora atmosfera de la separación de Srila Prabhupada. Y buscaron alivio en los libros que él había escrito
“Sin embargo, los discípulos y el maestro espiritual nunca están separados, porque el maestro espiritual está siempre en compañía del discípulo mientras el discípulo sigua las instrucciones del maestro espiritual. Esto se llama la asociación de vani. La presencia física se llama vapuh. Mientras el maestro espiritual este presente físicamente, el discípulo servirá al cuerpo físico del maestro espiritual, y cuando el maestro espiritual ya no exista físicamente, el discípulo servirá las instrucciones del maestro espiritual"
Su partida fue ejemplar, porque toda su vida fue ejemplar. Un partida que marco el término de una vida de servicio devocional puro para Krsna. Pocos días antes del final, Srila Prabhupada habia dicho que seguía instruyendo todo cuanto podía, y su secretario había observado “Usted es la inspiración” “Si -había contestado Srila Prabhupada-, lo seguiré haciendo hasta que de mi último suspiro.”
El “último suspiro” de Prabhupada fue glorioso, no a causa de ninguna demostración mística de última hora, sino porque permaneció en una conciencia de Krsna perfecta. Predicaba que la vida viene de la vida, no de la materia, y estaba mostrando que había que predicar con cada respiración. Los numerosos devotos que llenaban la vasta habitación fueron testigos de que hasta el final, Prabhupada fue exactamente el mismo. No hubo nada que, de pronto, estuviese en contradicción con lo que les hubiese mostrado y enseñado. Por lo tanto, en el momento de su partida, estuvo enseñando cómo morir, al estar siempre dependiente de Krsna. El final de Prabhupada fue tranquilo. En la noche del 14 de noviembre el kaviraja le preguntó “¿Desea algo?” y Prabhupada respondió débilmente, kuch iccha nahi: “No deseo nada”.

“Sin embargo, los discípulos y el maestro espiritual nunca están separados, porque el maestro espiritual está siempre en compañía del discípulo mientras el discípulo sigua las instrucciones del maestro espiritual. Esto se llama la asociación de vani. La presencia física se llama vapuh. Mientras el maestro espiritual este presente físicamente, el discípulo servirá al cuerpo físico del maestro espiritual, y cuando el maestro espiritual ya no exista físicamente, el discípulo servirá las instrucciones del maestro espiritual"
Satsvarupa Dasa Goswami
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Era el día, 15 de Novembro de 1977. En aquella época yo vivía en Nova Ayodhya, la primera comunidad Hare Krishna de Brasil, Situada en las Montañas de Petrópolis, RJ. Sabíamos que Srila Prabhupada estaba enfermo estabamos también concientes de su decisión de finalizar su lila en este planeta. En aquellos días no existía e-mail ni tampoco máquinas de fax. Las noticias desde India llegaban a Brasil por teléfono o telegrama y en Nova Ayodhya, no había nadie con teléfono ni electricidad y mismo, y ni siquiera sabíamos donde había un teléfono cerca ni electricidad donde llegaban esas noticias!.


Su siervo y amigo, Dasa LilanandaLilananda.ACBSP @pamho.net