bâulake kahiha-loka ha-ila bâula, bâulake kahiha-hâùe nâ vikâya câula
bâulake kahiha-kâye nâhika âula, bâulake kahiha-ihâ hahiyâche bâula
“Dile a nuestro prabhu, quien se comporta como un demente, que todos han perdido la cordura. Y que el arroz, que una vez se cotizara a un alto precio, ahora carece de valor. En su amor por Dios, la humanidad medio enloquecida desprecia este mundo y todo aquello que una vez le fue querido. Hazle saber que un demente le habla esto a su oído”.
Cuando Srî Caitanya Mahâprabhu leyó ese poema místico, Su humor se volvió muy grave. Svarûpa Dâmodara estaba allí y preguntó: “¿Que hay escrito aquí?” Mahâprabhu contestó: “No sé cuál es el verdadero significado, pero Advaitâcârya es un gran “adorador” y cierta clase de ‘adoradores’ suelen pensar: Invitaremos a la Deidad y por algún tiempo trataremos de mantenerla aquí para adorarla. Cuando hayamos terminado nuestra adoración, le diremos adiós”. A lo mejor Advaita piensa: “Ya es tiempo que la Deidad se vaya. No sé cuál será el verdadero significado, pero quizás sea ésta Su intención”. Svarûpa Dâmodara tomó el poema, lo leyó y se puso muy pensativo: “¡Oh! Advaita Prabhu dice que los requerimientos para la aparición de Srî Caitanya Mahâprabhu ya han sido cumplidos y que ahora no se necesita que Él, como la encarnación para esta era, predique el Santo Nombre de Krsna. El deber del avatâra ha terminado y por lo tanto puede marcharse”.
Después, Srî Caitanya Mahâprabhu permaneció en este mundo durante doce años más, pero no como antes. Su humor había cambiado bastante. A partir de ese día, sintió gran separación de Krsna en el humor de Râdhârânî. La locura divina se hizo predominante en Él y sus vínculos sociales se cortaron casi por completo. Râmânanda Râya y Svarûpa Dâmodara fueron sus asistentes durante ese tiempo. Él ya no mantenía ninguna relación social; el fuego de la separación dentro de Él ardía. Estaba absorto en la búsqueda de Râdhârânî por Srî Krsna después que Krsna abandonó Vèndâvana. En ese humor de locura divina pasó doce años en una habitación cerrada, dentro del recinto de la casa de Kazi Miära.
A veces, de noche, cruzando inconscientemente el muro divisorio, corría para encontrarse con el Señor Jagannâtha. Cuando Svarûpa Dâmodara y sus otros asistentes descubrían de repente que no se escuchaba el sonido del nombre de Krsna en su habitación, comenzaban a buscarlo: “Mahâprabhu no se encuentra allí. ¿Dónde estará?” En ocasiones lo encontraban tendido ante la entrada principal del templo de Jagannâtha, con sus piernas y sus brazos dentro de Su cuerpo, igual que la tortuga retrae sus miembros dentro de su caparazón. Se percibía una fragancia muy dulce que emanaba de Él, y las vacas se congregaban allí para oler Su cuerpo. Mientras Mahâprabhu yacía allí en trance, internamente experimentaba los pasatiempos de Râdhâ y Govinda con las gopîs en Govardhana. Mientras tanto, Svarûpa Dâmodara y los demás hacían todo lo posible para despertarlo del trance cantando el Santo Nombre de Krsna.
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