jueves, 29 de enero de 2009

El poema místico de Advaita

Justo antes que Srî Caitanya Mahâprabhu comenzara a manifestar sus pasatiempos finales de éxtasis divino, Advaitâcârya Prabhu escribió algunas líneas místicas de poesía, que envió al Señor a través de Jagadânanda Pandîta:

bâulake kahiha-loka ha-ila bâula, bâulake kahiha-hâùe nâ vikâya câula
bâulake kahiha-kâye nâhika âula, bâulake kahiha-ihâ hahiyâche bâula

“Dile a nuestro prabhu, quien se comporta como un demente, que todos han perdido la cordura. Y que el arroz, que una vez se cotizara a un alto precio, ahora carece de valor. En su amor por Dios, la humanidad medio enloque­cida desprecia este mundo y todo aquello que una vez le fue querido. Hazle saber que un demente le habla esto a su oído”.

Cuando Srî Caitanya Mahâprabhu leyó ese poema místico, Su humor se volvió muy grave. Svarûpa Dâmodara estaba allí y preguntó: “¿Que hay escrito aquí?” Mahâprabhu contestó: “No sé cuál es el verdadero significado, pero Advaitâcârya es un gran “adorador” y cierta clase de ‘adoradores’ suelen pensar: Invitaremos a la Deidad y por algún tiempo trataremos de mantenerla aquí para adorarla. Cuando hayamos terminado nuestra adora­ción, le diremos adiós”. A lo mejor Advaita piensa: “Ya es tiempo que la Deidad se vaya. No sé cuál será el verdadero significado, pero quizás sea ésta Su intención”. Svarûpa Dâmodara tomó el poema, lo leyó y se puso muy pensativo: “¡Oh! Advaita Prabhu dice que los requerimientos para la aparición de Srî Caitanya Mahâprabhu ya han sido cumplidos y que ahora no se necesita que Él, como la encarnación para esta era, predique el Santo Nombre de Krsna. El deber del avatâra ha terminado y por lo tanto puede marcharse”.

Después, Srî Caitanya Mahâprabhu permaneció en este mundo durante doce años más, pero no como antes. Su humor había cambiado bastante. A partir de ese día, sintió gran separación de Krsna en el humor de Râdhârânî. La locura divina se hizo predominante en Él y sus vínculos sociales se corta­ron casi por completo. Râmânanda Râya y Svarûpa Dâmodara fueron sus asistentes durante ese tiempo. Él ya no mantenía ninguna relación social; el fuego de la separación dentro de Él ardía. Estaba absorto en la búsqueda de Râdhârânî por Srî Krsna después que Krsna abandonó Vèndâvana. En ese humor de locura divina pasó doce años en una habitación cerrada, dentro del recinto de la casa de Kazi Miära.
A veces, de noche, cruzando inconscientemente el muro divisorio, corría para encontrarse con el Señor Jagannâtha. Cuando Svarûpa Dâmodara y sus otros asistentes descubrían de repente que no se escuchaba el sonido del nombre de Krsna en su habitación, comenzaban a buscarlo: “Mahâprabhu no se encuentra allí. ¿Dónde estará?” En ocasiones lo encontraban tendido ante la entrada principal del templo de Jagannâtha, con sus piernas y sus brazos dentro de Su cuerpo, igual que la tortuga retrae sus miembros dentro de su caparazón. Se percibía una fragancia muy dulce que emanaba de Él, y las vacas se congregaban allí para oler Su cuerpo. Mientras Mahâprabhu yacía allí en trance, internamente experimentaba los pasatiempos de Râdhâ y Govinda con las gopîs en Govardhana. Mientras tanto, Svarûpa Dâmodara y los demás hacían todo lo posible para despertarlo del trance cantando el Santo Nombre de Krsna.

lunes, 19 de enero de 2009

Un médico místico

Cierto día, para demostrar la posición suprema de Srîmatî Râdhârânî, Krsna simuló enfermarse de repente. Mientras yacía enfermo, el propio Krsna se presentó en otra forma, bajo la apariencia de un médico, y dijo:
- ¡Oh Yasodâ! Escuché decir que tu niño se encuentra aquejado por alguna enfermedad. ¿Es cierto?
- Sí, sí, ¿quién es usted?
- Soy un médico, un médico místico. Quisiera ver a tu hijo. ¿Cuál es su mal?
- Sufrió un desmayo. Quizás sea un dolor de cabeza.
Más tarde, Krsna, bajo el disfraz de médico, le dijo a madre Yasodâ:
- Esta es una enfermedad muy seria. Yo deseo curarle, pero sólo podría hacerlo si puedo conseguir un poco de agua que haya sido traída en un reci­piente perforado. Hay que traer agua del Yamunâ en un recipiente lleno de agujeros. Solamente una mujer casta puede lograrlo. Una joven casta debe traer un poco de agua en un recipiente perforado. Con ella podré preparar alguna medicina para este muchacho, que así recuperará el conocimiento de inmediato.
Aturdida, Yasodâ comenzó a buscar por toda Vrndavana una mujer casta. Jatilâ y Kutilâ eran la suegra y la cuñada de Râdhârânî. Debido a que ellas solían afirmar que había duda o suspicacia acerca de la castidad de las otras jóvenes gopîs, por lo general se les consideraban muy castas. Por lo tanto, Yasodâ apeló primero a una de ellas, Jatilâ:
- Toma este recipiente perforado y busca un poco de agua del Yamunâ.
- ¿Cómo dices? Es imposible ir a buscar agua en un recipiente perforado.
- No, el médico dice que una mujer verdaderamente casta puede buscar agua en un recipiente perforado.

Jatilâ no pudo eludir la descabellada petición de Yasodâ. Su ruego era tan vehemente, que tuvo que ir. Sin embargo, no pudo traer el agua del Yamunâ porque había numerosos agujeros en la vasija. A continuación se le pidió a Kutilâ buscar el agua en el recipiente. Ella no se atrevía a aventurarse después del fallido intento de su madre, pero la súplica de Yasodâ era tan apremiante, que tampoco pudo negarse. Yasodâ no podía tolerar ni por un segundo que su hijo permaneciera en semejante condición. Su ruego era tan intenso que Kuùilâ tuvo que ir; pero tampoco pudo traer el agua porque había tantos agujeros en la vasija que esta se colaba.
Todos se sentían perplejos, pensando: “¿Qué podemos hacer? ¿Acaso no hay una sola joven casta entre todas las doncellas de Vraja? ¡Qué cosa tan terrible!” Krsna, en Su papel de médico, señaló a Râdhârânî, diciendo: “Pienso que ella es una joven casta. Pídanle que vaya en busca del agua”.
Ante la súplica de Yasodâ, Râdhârânî no pudo eludir la tarea. Tuvo que ir en busca del agua, pero fue pensando en Krsna. Ella oró: “Sólo será posible si Tú vienes a socorrerme, de lo contrario, será imposible”. Râdhârânî sumergió el recipiente perforado en el río al tiempo que Kèëòa lo tocaba por debajo del agua. Con gran recelo, Râdhârânî extrajo el recipiente y llena de asombro exclamó: “¡El agua sigue allí!” Ella había llevado consigo a algunas de sus asistentes, las sakhîs, sus amigas principales, y todas quedaron atónitas al ver cómo ella extraía el agua del Yamunâ. Los agujeros estaban allí, pero aun así el agua permanecía en el recipiente. Ella llevó el agua a Yaäodâ y todos que­daron asombrados. Con el agua le fue administrado al niño Krsna un medi­camento imaginario y éste despertó de Su “estado inconsciente”.

Esta fue una táctica de Krsna para demostrar la posición de Râdhârânî, para enseñar lo que es castidad. ¿Y qué es castidad? La “castidad” ordinaria no es verdadera castidad. La pureza, la castidad genuina, está mucho más allá de todas las consideraciones relativas acerca de la castidad. Y eso es algo incon­cebible, fuera del alcance de nuestro conocimiento y razonamiento, igual que el agua contenida en una vasija perforada. Es un milagro.